en que somos culpables de esa perdida o situación, es cuando dejamos y permitimos que nos invadan nuestros miedos, nuestras carencias y creencias limitantes que nos paralizan y elaboramos situaciones irreales en nuestra mente que nos ponen una venda en nuestros ojos, no nos dejan ver, nos hacen especialmente vulnerables e infelices, nos hacen sufrir.
Es una falsa sensación de control que no nos aporta nada útil a nuestras vidas.
En todo ese proceso olvidamos quienes somos y lo más importante, nos creemos que nuestra felicidad depende de esa persona, dejando que nos domine y nos controle nuestras emociones a su antojo.
Si la persona hace o dice algo (o pone lo que sea por redes sociales) ya tenemos un mal día, le damos vueltas a todo y sufrimos.
Es por lo que es una falsa sensación de control, ya que en realidad ¿Qué estamos controlando? ¿Dónde está la vida que queremos tener mientras creemos tener ese control?
Tenemos la capacidad si la queremos usar de cambiar ese foco, de focalizarnos en quienes somos, en lo que queremos escuchar, en lo que nos gusta hacer y en tomar el control de la única persona que podemos tenerlo, la única persona que puede lograr nuestra felicidad, la única a la que le debemos dar todo el poder de nuestras emociones, adivina de quién hablo.
No siempre es un camino fácil, y para esto muchas veces se necesita ayuda profesional. Dejarse ayudar es cuidarse, es quererse y empezar a poner ese foco en lo que queremos conseguir en nuestra vida, en nuestra felicidad.
¿A quien has decidido darle el poder de controlar tus emociones y tu felicidad?
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Joan Manel Castillo,
Coach Profesional Certificado por ASESCO, CPC Num. 11064
Máster en PNL por la AEPNL