Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y recibiendo limosnas.
En ocasiones sólo con ver oír o sentir la energía de una persona ya estamos convencidos de como es, de si nos aporta algo o no, e incluso, de qué forma debemos actuar.
Algunos podríamos decir que nada es mejor que la satisfacción de cumplir un sueño, una meta, un difícil reto, o incluso, un imposible, pero ¿estamos realmente preparados para conseguirlo?,