cuando queremos cubrir a alguien (y creemos que lo conseguimos), cuando queremos proteger (pero logramos lo opuesto, o creamos dependencia), cuando defendemos una situación (y nos olvidamos de defendernos), cuando sonreímos (y queremos llorar o gritar), cuando nos mostramos impasibles (y por dentro explotaríamos), cuando…

Sufrir no es gratuito, ni es útil, ni nos hace ningún bien, sin embargo aunque lo sepamos no dejamos de hacerlo, entonces, ¿qué es lo que nos hace comportarnos así?
Básicamente son nuestros miedos infundados, los que nos inmovilizan, los que quieren protegernos por algún motivo y que en realidad no nos dejan crecer, esos miedos.

Para salir de ahí muchas veces basta con asumir lo peor que nos puede pasar, podemos darnos cuenta de que a veces, intentando evitar lo peor que nos puede pasar, es precisamente ese el camino que conseguimos. Por ejemplo, si no quiero dar un duro paso por miedo a que los de mi entorno lo pasen mal, probablemente como yo no voy a estar bien, los de mi entorno lo van a pasar mal, es decir que es lo que consigo de todas formas. Ser conscientes de eso nos puede preparar física y emocionalmente, aunque nadie dice que será un camino fácil si que al menos será el camino que elijo, el que quiero sin parecer nada, sin ocultar nada, es lo que querré hacer y eso me evitará ese sufrimiento inútil.

Recuerda que si no estamos preparad@s, siempre podemos pedir ayuda para conseguirlo, profesional y personal, ya que, ¿para qué parecer algo que no somos y sufrir por más tiempo?

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