en el que ahora querríamos que no hubiese cambiado nada, poder andar por la calle sin mascarillas, darnos abrazos (incluso a personas desconocidas), compartir con miles de personas eventos y disfrutarlos, subir a un ascensor sin inquietarnos, es decir que todo ha cambiado y no queríamos que hubiese sido así.

Por otra parte, lo que ha pasado nos ha enseñado a valorar esas pequeñas cosas a las que antes no le dábamos ninguna importancia o no prestábamos atención y que ahora nos parecen algo más que necesarias, incluso vitales en algunos casos. Estamos deseando llegar a casa para quitarnos las mascarillas y sentirnos libres, deseamos dar abrazos, sentirnos más cerca que nunca de las personas que nos importan aunque sea a través de videoconferencias, aprovechamos las tecnologías como nunca lo habíamos hecho, etc.

La buena noticia es que si todo cambia igualmente, podemos adelantarnos en muchos casos y decidir en qué cambios vamos a invertir más tiempo, en cuales nos queremos enfocar y de qué forma vamos a hacerlo, podemos adelantarnos y ser nosotros los que cambiemos, tomar la responsabilidad de esos cambios antes de que las circunstancias nos obliguen a hacerlo igualmente, pero sin que podamos decidir.

Cuando tomamos conciencia y cambiamos por iniciativa propia nos adaptamos a las nuevas situaciones, aprendemos a convivir, a respetar nuestro espacio y a ser más flexibles ante las adversidades, encontrando oportunidades y evitando el dolor y sufrimiento que nos produce la incertidumbre.

¿Quieres cambiar por tí o prefieres que te cambien las circunstancias?

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